1 de diciembre de 2017

Poema trascendental

Antes de que el olvido pase por mi memoria,
te diría en un poema que trascendería la vida material
y llegaría con una caricia a ti... 
¿Cuánto tiempo ha pasado?
Tus patitas de azafrán y vainilla ya no humedecen mi tierra,
pero te guardo entera en la cajita de mis recuerdos.
Las fotografías guardan en sus colores la dulzura de tu alma...
Y aquí estoy, que lucho, que lloro y te extraño.
¿Cuánto tiempo más pasará?
Lucero, ilusión de mis vivencias.
Recuerdo indomable de alegría.
Pedacito de vida, mía...
¿Dónde estás?
¿Acaso te guardo y no te dejo ir?
¡¿Acaso el tiempo no ha pasado en mi memoria?!
Que aún te guarda y te piensa y reescribe 
como el mito universal de mis días
que se repite en tu nombre y tu recuerdo.




19 de septiembre de 2016

Causa-efecto

De alguna forma, solo contamos, de manera sustancial, con lo que, al pasar de los años, ha sido producto de nuestras acciones: buenas, malas, neutras. Todo aquello es un compendio de nuestra vida, lo que nos pertenece y podemos utilizar ¿Que no nos gusta?, pues, a ver como rompemos el molde y lo reconstruimos.
A la gente no le gusta cambiar, en serio creen que el mundo debe amoldarse a ellos, pero no es cierto... El mundo no se amolda a nadie. Cada uno debe usar las herramientas con las que cuenta, sus acciones, sus productos, y consumirse de una manera placentera (o, por lo menos, intentarlo). Pero no pensar que el mundo está dispuesto a echarse a sus pies por ser fulanitos de tal...


11 de septiembre de 2016

Distancia

Cuando caí en cuenta,
desperté en una pradera rojo carmín, murmurante-
en el cielo, gris, el cielo gris,
la trayectoria de dos líneas paralelas
avanzaba hacia el macrocosmos,
el de nuestras palabras de diez años atrás...
Y, tras de sí, dejaban un silente resplandor.
Lento, lento, lento se apagaban ante mí.
Blancas, camaleónicas, diáfanas;
se veían, se olvidaban entre sí...
Había una especie de mitología maldita,
una cosmogonía particular entre sí:
sivilante, mítica e histórica, inolvidable.
Eran inconmensurables,
eran del tamaño del mundo
y ocupaban mucho cosmos, se ahogaban
con tanto tiempo, palabras, sollozos;
por ejemplo, las veía sufrir su distancia:
expectante, esperaba su encuentro, pero no sucedió.
Un momento para los griegos son noventa segundos,
tic-tac-tic,tic-tac, transcurría el silencio
y nos perdí de vista
y ahora somos veintidós veces más paralelos
y diez años más distantes...
Y la trayectoria, tis-tis-tis, avanza
y ya no se oye más.

1 de marzo de 2016

Un atisbo a la libertad

Un atisbo a la libertad
«Sobre un futuro para Latinoamérica»

Por Nicole Mendoza González


               Latinoamérica, aunque esté constituida por tantos referentes étnicos, culturales, idiomáticos y, a pesar de que sea una región que todavía es ampliamente estudiada por investigadores de las diferentes ramas de las humanidades por no saber delimitar sus fronteras, es vista como una unidad, tanto por los latinoamericanos, como por el resto del mundo, así es percibida. Es esta idea la que nos plantea el escritor  Eduardo Galeano en su obra Memorias del fuego: El siglo del viento (iii), ya sea por la temática en común que se vivió en todos los países latinos durante el siglo xx o por el tipo de historia que nos ha envuelto durante tanto tiempo y nos identifica.

            Los países que conforman Latinoamérica han estado enlazados por memorias en común, sí, pero lo más entrañable es que también fueron unidos y representados en el convulsionante siglo xx por hombres que, si bien no fueron héroes como los que encontramos en los libros de ficción y cometieron innegables errores, fueron personajes envueltos en la historia como símbolos de las diferentes luchas que se extendieron a lo largo del territorio latino durante esta época; soñadores y luchadores con costumbres enraizadas a su cultura y a su utopía de liberar a su América de las garras de los Estados Unidos o de dictadores que nunca respetaron a los pueblos. Líderes, para muchos, para el pueblo, fueron estos hombres que en su momento, y como pudieron, guiaron a Latinoamérica hacia un atisbo de luz y esperanza, pero ¿cómo influyeron estos hombres? y ¿qué legado tenemos de sus luchas y sus muertes? Lo más importante que podemos encontrar en la obra de este autor uruguayo es que «nunca pudieron amansarles el orgullo»; fueron héroes campesinos y pensadores incalculables que atisbaron siempre hacia el anhelo de un futuro libre para nuestra América Latina y apostaron sus vidas a cambio de la libertad de su pueblo.

            Eduardo Galeano fue un escritor que consagró su vida a la lucha por recordarle al mundo y a nosotros mismos la historia y las vivencias de la América unida por costumbres, etnias y culturas que comparten sus memorias y los mismos anhelos de libertad y paz. Durante toda su vida fundó y dirigió periódicos y revistas como la conocida Crisis, la cual creó luego de ser exiliado y perseguido por las dictaduras de Chile, Argentina y Uruguay por haber escrito uno de sus libros más famosos Las venas abiertas de América Latina, el cual fue censurado en el momento de su publicación. Una de las frases más recordadas de Galeano es la que comentó en una entrevista en 2009 que dice: «No sólo Estados Unidos, sino algunos países europeos han sembrado dictaduras por todo el mundo. Y se sienten como si fueran capaces de enseñar lo que es democracia».

            El siglo del viento, el tercer libro de una trilogía escrita por Galeano, reúne las memorias de la América conquistada y transformada por los españoles que llegaron al continente en el año 1492, relatadas a través de cuentos en prosa y otros en prosa poética. Este libro relata vivencias e historias que se dieron dentro de uno de los siglos más convulsos y sangrientos para los países latinoamericanos. Narra aquí la serie de luchas, derrotas y triunfos que se ahogan con el paso del tiempo en las memorias de los habitantes de estas tierras indómitas, que hoy en día siguen luchando por salir de las guerras y garras del olvido y la opresión.

            Dentro de estas luchas que fueron repitiéndose a lo largo del siglo xx encontramos a hombres, a campesinos que lucharon a capa y espada por sus países. Que quizá hoy en día muchos hayan sido olvidados, sean anónimos y hayan sido hasta cuestionados por sus actos de anarquía, no deja que se pase del todo la página y olvidemos que muchos, sino la mayoría, murieron; es decir, fueron asesinados, por los regímenes dictatoriales que se dieron en Latinoamérica y en las intervenciones «para mantener el orden» por los Estados Unidos.

            Es impensable no rememorar a hombres como Emiliano Zapata y no recordarlo como uno de los héroes de la Revolución Mexicana. Hombre que lucho contra la dictadura del general Victoriano Huerta. Nos cuenta en sus relatos Eduardo Galeano que Zapata: «Nació jinete, arriero y domador. Cabalga deslizándose, navegando a caballo las praderas, cuidadoso de no importunar el hondo sueño de la tierra. Emiliano Zapata es hombre de silencios. Él dice callando». Apoyado incondicionalmente por el campesinado, comenzó su lucha contra la dictadura, tomo su ejército que cuenta el libro crecía al andar y comenzó la lucha. Es aquí donde nos podemos detener a reflexionar sobre qué era la verdadera lucha y qué realmente era correcto o incorrecto y si existió en este siglo algo dentro de estos límites. Porque, si bien es cierto, hombres como Zapata, uno de los líderes militares y campesinos más importantes de la revolución, mató en nombre de su libertad y guio a su pueblo hacia el camino de la anarquía y la rebeldía, hoy en día muchos lo consideran el estereotipo de hombre valiente mexicano y nos preguntaremos algunos, en un siglo tan supuestamente civilizado y con tantos avances como el xxi, ¿dónde están los hombres anarquistas de aquella época, ahora tan lejana, que aun cometiendo los errores que cometieron, lograron vislumbrar un futuro más libre y menos triste para su gente, dónde están ahora esos pensadores que no conocían de letras, pero sí de gente, como dice uno de los relatos de la obra de Galeano?

            Los seudopensadores que se autodenominan cultos e intelectuales y eruditos, tacharían a estos hombres como salvajes, lo mismo que hicieron los españoles conquistadores con nuestros indios, sin darnos cuenta que se puede ser salvaje por muchas razones, y que el poder no es sinónimo de civilización; la prueba está en que estos hombres no escogieron esa vida, −y lo dice el querido y queredor del pueblo mexicano Pancho Villa: «Para mí la guerra empezó cuando nací»−.

            El siglo xx y sus opresiones llevaron a Latinoamérica hacia un abismo y una confusión inevitables. Se preguntaba la gente ¿qué sucede? Y su mayor error siempre habrá sido creerles a las personas que estaban al mando −como pasó en el relato «El gobierno decide que la realidad no existe» cuando Nicaragua se hundía en lava, pero el gobierno lo negó−. De lo único que podríamos culpar a nuestra América Latina es de ser demasiado crédula y muy ferviente en cuanto a su lealtad y a la ignorancia de creer en ciertos dictámenes que nos imponían y aún imponen grupos de personas que nunca han pertenecido a nuestras etnias, gente que ni siquiera ha entendido bien nuestros idiomas, nuestras peregrinaciones y mitos, personas que definitivamente nunca se han sentido conectadas ni identificadas con nuestras costumbres y formas de ver la vida. Pero hombres como Zapata o como otro de los grandes la revolución en México, Francisco Villa, con su indomable fervor y sus arrebatos de utopía, le dieron al pueblo la esperanza que no le dieron los cultos hombres de las tierras altas y del norte de América ni los «líderes» como se hacían llamar aquello rufianes que no tuvieron respeto hacia sus tierras y habitantes.

            Pancho Villa, como fue conocido por sus aleados, fue otro revolucionario que lucho contra la dictadura mexicana y contra el gigante de siete leguas, como lo llamó Martí. Lo increíble de todo esto es cómo hombres como Porfirio Díaz, otro dictador mexicano, traicionaban sus raíces, como podemos leer lo que sucedió con la huelga de la minas en 1908 «La huelga, que perturba el orden, es un crimen. Quien la comete, comete crimen». Con este acontecimiento, nuevamente, los Estado Unidos encuentra una oportunidad, mediante la llamada de Díaz, para humillar al pueblo latino (mexicano), pues según creían eran los indicados para poner orden en unas tierras que no nunca les pertenecieron y de las cuales no son parte. Pero el atisbo a la libertad vuelve a surgir cuando Villa invade Columbus. Y espeta Galeano en su obra para que quede claro cómo se visualiza América Latina ante estas humillaciones: «Llueve hacia arriba. La gallina muerde al zorro y la liebre fusila al cazador»; por primera vez soldados mexicanos invaden a Estados Unidos «Con la descuajaringada tropa que le queda, quinientos hombres de los muchos miles que tenía, Pancho Villa atraviesa la frontera y gritando ¡Viva México! asalta a balazos la ciudad de Columbus». Situación de la cual solo quedan vagos recuerdos, ya que quizá no hizo mella en la historia esta pequeña invasión, si nos deja un buen sabor de boca y se transforma en la alegoría, al igual que los mártires del 64 en Panamá, de la idea de poder ser libres en nuestras propias tierras, de poder izar banderas sin miedo a sentirnos orgullosos de nosotros y nuestras raíces.

            Estos campesinos que apoyaban a los generales revolucionarios eran hombres de armas tomar, de los cuales hoy solo tenemos recuerdos vagos y no sabemos qué sangre era aquella indómita que corría por sus venas. Nadie, pareciera, se atrevería hoy en día a desafiar la opresión en la que viven nuestros países latinos. Autocracias que se traducen en las guerrillas que se han convertido en una lucha eterna por acabarnos entre nosotros mismos o las peleas que no cesan a nivel interno en nuestros países. La confusión de los estados y de estos hombres se ha traducido en la guerrilla que se vive en Colombia y parte de Panamá, en las dictaduras que aún viven países de América Central, en el hambre que todavía viven nuestros campesinos, en las tierras que aún no son devueltas a su estado original y en las mentiras que aún nos cuentan como si no fuera suficiente con saber que los gobiernos dictan que los indios no existen y que parecemos libres, pero quizá no lo somos. Todo esto se desborda de las manos, principalmente, en este siglo xxi, en esa barrera y rechazo que existe hacia nuestra propia cultura, hacia nuestro color y nuestras costumbres y el acercamiento que se siente a la ignorancia y la pérdida de nuestra esencia latina y al inicio del extravío de la esperanza. Por todo lo antes expuesto, no olvidemos a nuestros queridos intelectuales latinoamericanos, hombres cultos, ni a nuestros campesinos, de raza india, mulata, mestiza, negra… pero sobre todo, hombres con ideales de libertad y un futuro quizá utópico, aunque real en sus sueños, de una América Latina en paz.


            Otro ejemplo clave para no olvidar son Julio Antonio Mella y José Martí, poetas y pensadores cubanos que lucharon contra la opresión estadounidense y la dictadura cubana; uno fue asesinado en México DF y otro murió luchando. De igual forma, podríamos seguir nombrando a mártires y recordar muchos otros que fueron desaparecidos y hasta olvidados en su momento, pero hoy dejan una atisbo hondo en el pecho de que, ya sea con armas o con palabras, podemos luchar contra los regímenes opresores, que nos hacen creer salvajes o ignorantes y nos confunden las raíces a algunos. Regímenes que nunca entenderán que ser latinos es más un privilegio que un problema como siempre han querido hacernos ver. Hombres como estos, como Hugo Spadadora, como Guillermo Sánchez Borbón, o los mártires del 9 de enero del 64, que lucharon siendo anarquistas y lucharon con las letras, siempre nos dejan la esperanza de que la etnia negra, la etnia india y todas las demás que corren por nuestras venas las llevamos bien puestas nosotros los latinoamericanos y no nos dejan olvidar nuestro derecho a la libertad, a ser libres y obrar y vivir bien. Gracias a estos hombres, los que murieron y lucharon y fueron marginados, por vivir y morir en nombre de nuestra América, nos han dejado la esperanza para no olvidar nuestro lugar en el mundo y los comienzos hacia un nuevo inicio.
Por Xul Solar (pintor y escritor argentino 1887-1963)

20 de mayo de 2015

Sobre la libertad de pensamiento y "para gustos los colores"


¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
                 -Albert Einstein (1879-1955), científico alemán nacionalizado estadounidense. 

 Ayer me sucedió uno de esos imprevistos que siempre intento evitar. Como todos sabrán, se dice por ahí que la manera correcta de pensar sería respetar las opiniones y opciones de los demás, siempre y cuando estas no afecten la integridad de ningún ser viviente. Bien, yo soy panameña, como se imaginarán aquí somos un crisol de razas. Debo decir que así es, pues yo tengo una mezcla de razas, ya que por parte de mi papá tengo descendencia inglesa y española, cubana y colombiana (tres o cuatro generaciones atrás) y por parte de mi mamá tengo descendencia india y española (varias generaciones atrás, cuatro o cinco). Por lo tanto, no práctico la cultura afroantillana, que es una de las más notorias dentro Panamá, incluso, soy de una provincia del interior (Chiriquí) de donde dicen que somos 'racistas' (esto no es cierto, aunque, como en todo el mundo, habrá racismo también ahí). Allí, a diferencia de las demás provincias, no tenemos una cultura muy arraigada o difundida dentro del país. Es decir, por supuesto que somos parte de Panamá y tenemos como nuestra la cultura panameña, pero un poco menos popular que en las  provincias centrales y Colón o Guna Yala, por ejemplo... En fin, no quiero alargar el cuento. La cuestión es que ayer estábamos celebrando el mes de la cultura afroantillana. Llevamos alimentos, vestimenta, etc. Este fue el problema: yo lleve torrijitas de bacalao, pues mi papá vivió toda su vida en un barrio donde le enseñaron a cocinar este tipo de comida (afroantillana) y se le da muy bien; sin embargo, desde el primer momento, le comenté al profesor que yo no practico esta cultura: en pocas palabras, no tengo ropa ni aspecto ni nada de negro, tampoco sé bien sobre sus costumbres ni me llaman la atención porque 'para mi gusto' son muy llamativas, al igual que la cultura indígena y  esto no quiere decir que las odie o las halle feas, ya que es indudable que esto es algo característico de toda Latinoamérica. Bien, hasta aquí mi introducción.

Estoy estudiando para ser profesora de español y ayer tuve una gran decepción, ya que algunos de mis profesores me dijeron unas frases, a mi parecer, mediocres. Una me dijo que para ser profesor de español hay que estar metidos en actividades, jolgorios, ser sumamente extrovertido entre otras cualidades. Con todo esto, me sentí mal, pero no por mí, sino por ella..., lo más triste del asunto es que todos, entre cuatro o cinco, le apoyaron. Entonces, el punto de esto que comento es protestar porque, antes que nada, no creo que mi profesión la defina el hecho de que yo sea introvertida o extrovertida o el hecho de que yo practique o siga una corriente o creencia u otra, ya habrá profesores que les guste participar de lleno en actividades culturales, en el sentido de estar metidos en el baile y el desorden, etc., yo, por mi parte, paso. En ese mismo instante me dije: "vaya, ¿en serio esta gente piensa así? ¿Mi profesión (profesora de español) la define el hecho de que sea extrovertida o el hecho de que yo sepa dar mis clases y posea conocimiento sobre mi materia?". Por supuesto, no voy responder una pregunta tan absurda como esta porque si me gustaran este tipo de actividades, ya hubiera yo estudiado folklor u organización y animación de eventos. Lo único que puedo decir es que, en vista de todo esto, a Panamá le falta mucho por aprender y cambiar de mentalidad, al igual que a otros países. Por otro lado, aunque esto sea simplemente un pequeño ejemplo que casi no llena las expectativas de mi discurso lo quiero utilizar porque es algo que me ocurrió y doy fe de esto.

Imagínense ese comportamiento, porque me censuraron por el solo hecho de no querer ponerme un gorro característico de esta cultura (me daba pena, no me gusta ese tipo de actividades, prefiero ser bajo perfil, nunca lo he hecho, ya que, en efecto, soy muy tímida y no me gusta llamar la atención de las personas "siempre he pensado que si fuera humorista o animadora me moriría de hambre" y eso nunca ha afectado mi índice académico o mi rendimiento profesional y no creo que lo haga, ya que en esta vida hay personas para todo). Ahora, amplifiquen la ideología de estas personas al estilo Mussolini o Hitler, Noriega o los grupos terroristas del momento ¿Se imaginan?, ¡es una catástrofe!, el que no seas capaz de abrir tu mente a nuevas posibilidades y no solo eso, sino que te empeñes en cambiar la mentalidad de otros y, además,  los censures y los humilles y los ultrajes por el hecho de que no piensen como tú, es una cosa terrible. Terrible... terrible... terrible.  Y es algo en lo que hay que poner mucha atención y creo que esta es la verdadera labor de un profesor: una educación sin fronteras o límites radicales, donde no se excluya o critique a las personas por no profesan las mismas costumbres. Pero, al parecer, esto no es lo que piensan la mayoría y, peor aún, lo más triste y reprochable, es el hecho de que aquellos profesores piensan que están en lo correcto ¿En serio? Es una lástima, pero eso es lo que abunda, no solo en mi bello país, sino en todo el mundo. Cometemos errores sin darnos cuenta, humillamos a otras culturas sin darnos cuenta, pisoteamos a la gente sin darnos cuenta y pisoteamos nuestra humanidad sin darnos cuenta.

Debemos entender que, sí, efectivamente, el planeta tierra es variedad en su esencia y que podemos mantener nuestras ideas en paralelo con las de otros, sin que esto signifique que debamos lavarles el cerebro o creer que es incorrecta su manera de pensar. Personalmente, abogo por la ideología de que cada quien es libre de amar u odiar o hablar a favor o en contra de lo que quiera. Lo-que-quie-ra. Mientras que esto no incurra en matar a nadie, en humillar moral, psicológica o físicamente a nadie o en hacer algo que vaya contra la voluntad de nadie. Es decir, si yo quiero ser homosexual, es mi problema, mientras que no viole o incite a nadie a mis prácticas o ande por la vida de exhibicionista, PERFECTO. Además está lo de los estereotipos porque me imagino que vendrá alguien y malinterpretará mi ejemplo de la homosexualidad, pues te equivocas, también creo que un heterosexual puede violar, ultrajar, humillar y ser exhibicionista. En fin, esto que digo no tiene raza ni credo ni clase social, etc. Es universal, el respeto ¡es universal!

El otro tema que quería mencionar, era el de las personalidades y esto va muy ligado con el atrofiado sistema que tenemos de enseñanza a nivel mundial. Se nos enseña que para llegar a la cima debemos llevarnos al infierno todo lo que se nos cruce por el frente, así tan así ¿Qué es esto? una estupidez, por supuesto. No tenemos porqué llevarnos a nadie por delante para ser exitosos, adinerados, respetados, etc., etc. No, hombre, si la cosa es así, vete a vivir a Marte porque la Tierra es de todos y las oportunidades también o, al menos, eso es lo que encontramos en los libros y en ideologías de hombres como Jesús, Mahoma, Buda, Confucio y sigue la lista. Y todos hablan de lo mismo: de razonar, de respetar, de sentido común. No obstante, en las escuelas se nos habla de competencia y no de sentido común. Esto me hace recordar algo que me dijo mi profesor de Diseño Arquitectónico cuando entré por primera vez a la universidad: "niña, para ser arquitecto no se necesita más que sentido común". Y qué inteligente, profesor, porque luego entendí que para vivir en paz con el mundo no se necesita más nada que sentido común. Lo más lastimoso, no lamentable, sino lastimoso... es que en la escuela se nos enseña a competir y no a tener sentido común y luego todo lo antes expuesto: no respetar la libertad de expresión, guerras absurdas, muertes... caos.

Ya sé que el mundo es selección natural, pero se supone que al culminar la etapa de oscurantismo de la Edad Media lo que se buscaba era un pensamiento más moderno, unificador, más justo (justicia no es lo mismo que igualdad). Y mirémonos, pleno siglo XXI y aún estamos igual de estancados o peor. Con respecto a las personalidades, lo pobres niños y jóvenes son los que sufren al tener que enfrentarse a este errado sistema de pensamientos ¿Cómo saben ellos qué es lo correcto si sus propios profesores son unos ineptos? No se puede así, al final de todo los más marginados son esos jóvenes que, además de tener familias rotas y que esto les cause un déficit en su comportamiento y personalidad, que son ya de carácter voluble, la sociedad los corrompe y luego nos quejamos de que son escoria ¿De quién es la culpa entonces? Espero que con esto al menos una persona piense antes de hablar y de censurar las ideas del resto o el que alguien no quiera o quiera ser o hacer algo. Un claro ejemplo es cuando le decimos a un niño de cinco años que está mal pintar un árbol de azul o un cielo de verde y, sin embargo, creemos que imponernos violentamente ante los demás sí está bien y, encima, les enseñamos que eso sí está bien. Qué irónico es todo esto.

La variedad es lo que hace a la vida INTERESANTE.

2 de enero de 2015

La rebelión del ser


           

           Alguna vez Antoine de Saint-Exupéry dijo: «Combatiré por la primacía del hombre sobre el individuo», partiendo de esta frase podemos calificar la era en la que estamos viviendo como la de la rebelión del ser, donde el individuo es el protagonista principal de una época donde se piensa que lo más significativo y verosímil es plantear razonamientos supuestamente inalienables, establecidos por medio de antivalores, siendo estos camuflados por la ególatra idea de la erudición suprema, como las nuevas máxima que debe obedecer el humano para encajar en la era actual, pensando que el fin justifica los medios. Este tipo de pensamiento excluye inconscientemente el concepto de conjunto: el ser como parte de un universo.
          El inconveniente de esta rebelión está en los principios que se están utilizando como guía, por ejemplo, según Mario Bunge, desde mediados del siglo XX en Europa de extendió un pensamientos basado en corrientes irracionalistas y  oscurantistas. De este modo, a medida que ha ido transcurriendo el tiempo, este pensamiento se ha extendido. La sociedad se ha sumergido en ideologías que no se fundamentan en visiones objetivas sobre cómo alcanzar un desarrollo humano inalienable y que tenga cimientos  en valores, concretos, que no hagan daño a la materia prima de la sociedad, ni a su cultura, ni al hombre como parte de esa sociedad.
         Estas corrientes de pensamiento han ido surgiendo de maneras deseiguales y variadas alrededor del mundo, por ejemplo, según el escritor Ernesto Sábato, desde que surgió el Renacimiento como movimiento cultural se comenzaron a ver cambios significativos en la consciencia social y surgen los ideales individualistas de la cultura. Luego, con la revolución industrial las maquinas comenzaron a ganar protagonismo en la vida de las personas. La evolución cultural desde entonces, ha sido mucho más apresurada, perdiéndose, de este modo, ciertos principios y procesos y ganándose otros.
La rebelión del ser está estrechamente relacionada con la fase evolutiva que ahora se conoce como posmodernismo. Las tendencias que caracterizan este movimiento filosófico, según historiadores, es la afinidad del hombre por el desarrollo individualista, dejando de lado, por ejemplo, la historia social. El individuo se preocupa desmesuradamente por el futuro y el presente. Esta corriente que se ha intensificado desde el siglo XX en adelante se ha extendido a más de un área específica de la vida: las artes, las ciencias, la economía, la historia, etc.
         Los problemas que acucian al hombre por estos días recaen principalmente en la forma en la que se ha desarrollado el pensamiento social. Las herramientas que se les proporciona a las persona carecen de un valor relevante para las máximas en las que, según los valores del antiguo mundo, debíamos apoyarnos. Esto, en principio, no es un comportamiento que debe afectar la conciencia social, pues, tal como otras corrientes, esta tiene una perspectiva desde la cual se le puede sacar provecho; el problema vendría a ser cómo manejamos toda esta nueva información y cómo la organizamos. La forma en la que se educa en la sociedad ha tomado un camino distinto del que debería llevar para poder cumplir satisfactoriamente con las características que, en un comienzo, se quería que tuvieran todos estos movimientos que surgen con el nuevo pensamiento del posmodernismo.
         La conciencia que se adquiere con esta rebelión de pensamientos y actitudes va muy ligada a la que el filósofo Frederick Nietzsche calificaba como nihilismo pasivo, donde se reconoce que los valores tradicionales (representados por la religión cristiana) han perdido su valides en la vida de las personas. En la nueva era el humano se preocupa mucho más por llevar a cabo una revolución tanto en su interior como en el exterior y es esta fuerza es la que lo lleva a perderse entre los intersticios de una realidad que podría calificarse como vacía y, como tal, carente de un sentido de pertenencia. La realidad, la sociedad y el pensamiento privan al individuo de ese sentido de propiedad. El ser humano, en un intento desesperado por convertirse en un ente que rompa con la cotidianeidad en la que vive hasta ese momento, va perdiendo su propia esencia.
         Esta rebelión se ha extendido en todas las direcciones posibles, por ejemplo, en el ámbito económico una de las corrientes comunes de esta época es el capitalismo moderno. En las últimas décadas podemos encontrar que números países han decidido cambiar su sistema económico y abrirse a las posibilidades que brinda este tipo de sistema social. También en las artes se puede ver claramente las nuevas tendencias que marcan las obras posmodernistas: filósofos como Nietzsche o Immanuel Kant, literatos como Jorge Luis Borges, Franz Kafka y Haruki Murakami caracterizan sus obras ―el comportamiento de sus personajes, sus peculiares formas de pensar y actuar― con el signo de la alienación; en la pintura y la música vemos, también, claramente marcadas estas tendencias: la enajenación del individuo, pérdida de la consciencia social, el humano es arrastrado sin poder poner límites u objeciones a una vorágine donde es desprendido de su personalidad para finalmente terminar perteneciendo a las masas, a los sistemas y comportamiento recurrentes de la nueva era. Es evidente que esta es una época que ha dejado marcas significativas en la sociedad, tanto en la historia como en la conciencia del humano que está viviendo esta serie de cambios. Cambios que para bien o para mal no pueden evitarse, pues estamos en carriles que solo tienen un sentido.
         La rebelión del ser es la muestra que da la humanidad de su indómita capacidad de querer sentirse uno solo, único; de su lucha por llegar a un estado de unanimidad, de volvernos uno y dejar atrás la vida en sociedad. La principal característica de esta lucha entre el ser y su entorno es que la persona no es ajena a la realidad en la que vive, es decir, se percata de los errores que comete, pero decide ignorarlos o, simplemente, cambiar su punto de vista para beneficiarse. Es así como el humano comienza a vivir en su propia injusticia y empieza a ser víctima de sus propios errores. La supuesta liberación que esto advierte es una falsa visión del mundo, ya que en una sociedad que no tiene límites para sus expectativas de desarrollo no puede haber una verdadera liberación.

24 de junio de 2014

Pequeñas cosas

Las pequeñas cosas, efectivamente, cambian casi nada de toda esta orbe de injusticias del sistema en el que vivimos; pero si cambian algo: tu vida y la de unos cuantos que, ten por seguro, siempre estarán agradecidos.

Recuerda, no se trata de dar al botón de 'me gusta' y olvidarte. Haz algo tu también, toma consciencia; por pequeño que sea, no le des la espalda a los de tu misma sangre, no le des la espalda a tu planeta, no le des la espalda a los valores. No seas cobarde.

Solo se pide que lo pienses, que te sientes y reflexiones al respecto, que habrás lo ojos y te enteres de que esta no es la vida de alguien ajeno a ti: es tu vida y la vida de los que amas, la vida de seres inocentes, de gente que espera que puedas ayudar y no solo mirar las injusticias con indiferencia. No se trata de dinero, ni de grandes hazañas: puede ser un buenos días, puede ser tirar la basura en su sitio, reciclar, tener modales, adoptar un animal herido, dar de lo poco que tengas, pedir disculpas... Porque, aunque te cueste verlo, esas cosas cambian el mundo. Recuerda que una persona íntegra es aquella que hace el bien sin necesidad de que otros lo vean, sin necesidad de que alguien tenga que decirte qué hacer. Es cuestión de escuchar lo que te dice esa voz en tu interior. Es ahora o nunca.


21 de junio de 2014

Reseña de Sputnik, mi amor


Introducción

Sputnik, mi amor es el título de una novela del escritor japonés Haruki Murakami. Este libro ha sido una de las grandes casualidades de mi vida, una de las que más agradezco. Me refiero a que, bueno, hay personas en el mundo que no tienen muchas cosas de las que hablar, por ejemplo: yo. Pero, para mí estas cosas es una de esas que merecen ser contadas.

Quizá deba decir que la novela me encontró a mí porque, les cuento, yo empecé a leer a los 16 casi 17, entonces era aún más inexperta que ahora. Fui un día a una librería con la menor idea de qué debía comprar o qué quería leer, busqué en la estantería de los libros de bolsillo, me espabilé un poco al tomar Sputnik, mi amor y ver su portada —la edición que compré tiene un avión blanco de papel y unos edificios grises en esta—, pues, me pareció diferente, ya saben, no sé, los libros siempre tienen portadas raras o, al menos, generalmente a mí no me llaman la atención, pero esta lo hizo. Esto fue quizá porque a mí no me agrada la cuidad, a pesar de que vivo en una desde que tengo tres meses. Entonces, el ver un pequeño avión de papel desplazándose por esa inmensa cuidad gris me recordó a mí. Parecía perdido —al igual que lo he estado yo y, sin duda, la mayoría de las personas— entre tanta inmensidad, parecía diferente, entre tanta cotidianidad, parecía buscar algo… en fin: me identifiqué. Además, leí la reseña, aunque, de hecho, la reseña no fue lo que me atrajo, sino su portada. En resumidas cuentas, el libro, desde el primer momento en que lo vi, le noté ese halo de suspicacia. Creo que esto es un poco novelesco, pero solo les relato un pedacito de cómo me sentí al encontrarle, fue tipo "i will always love you", como la canción de Whitney Houston. En cuanto a si es buena o mala literatura, eso ya lo decidirán ustedes.


Comparación y datos del autor
Les hablaré un poco del autor, por si alguno no lo conoce o nunca ha leído alguna de sus obras —yo no es que lo conozca mucho, pero creo que con siete libros que me he leído de él puedo decir algunas de sus tendencias—. A Murakami le encanta jugar con sus lectores, le encanta rebuscar en lo más profundo de ellos y volverlos parte de la historia, cosa que sabe hacer muy bien. Murakami tiene una forma peculiar de introducir a sus lectores en los mundos de ficción que tan bien logra crear, y esta es: la metáfora y el símil. Al mismo tiempo, cada personaje de sus libros, a medida que transcurre la historia, va experimentando una metamorfosis, ya sea en una noche como en su libro After dark o en mucho más tiempo como en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo —esto lo veremos más adelante con el personaje de Sumire—. Este libro en particular me recuerda mucho a La metamorfosis, de Franz Kafka porque se basa en el cambio que van sufriendo en sus vidas los tres personajes principales, cambios que muy probablemente ninguno se esperaba. Cambios sustanciales, cómo el que vivió Gregorio Samsa en el libro de Kafka.


Resumen
El libro, en resumidas cuentas, se desarrolla entre los mundos internos de Sumire, Myu y el mejor amigo de Sumire, que es un tanto incógnito porque, a pesar de ser el que relata la historia; y, de hecho, el que más aporta elucubraciones durante todo el trascurso de esta, no se dice ni siquiera su nombre. Sumire se enamora por primera vez y su amigo, su íntimo amigo —a pesar de que en el fondo ninguno de los dos lo vea así— va relatando esto desde un punto de vista quizá más objetivo que cualquiera que el de las otras dos protagonistas. ¿Qué tan hondo puede hollar el amor en las personas?, ¿qué tanto puede uno amar sin ser correspondido, sin ser alienado?, ¿hasta qué punto nos desligamos de la sociedad por unas u otras razones?, ¿qué nos llega a arrebatar la soledad? y ¿a qué aspectos de nuestras vidas afecta y afectará esto? Estas son algunas de las preguntas que indirectamente plantea el libro y que el lector mismo tendrá que plantearse y buscar por su cuenta las respuestas. Este es uno de los aspectos más atrayentes del libro porque no te da todo en la palma de la mano, sino que el lector tiene que buscarlo dentro de sí mismo, por su propia cuenta; el libro no da respuestas, quiero apuntar, da incógnitas. Como les decía, Sumire va conociendo nuevos caminos, nuevas formas de ver la vida y, al mismo tiempo, va perdiendo todo lo que antes era; sin poder refrenar toda esta vorágine de sentimientos y emociones; va sufriendo una metamorfosis que no puede impedir. Todo esto es relatado de forma ambivalente por su amigo. Desde una perspectiva algo hueca, por llamarla de algún modo. Él —el amigo de Sumire— muestra cómo nos vamos perdiendo en las más pequeñísimas cosas que nos ocurren, cómo se transforma, a medida que transcurre el libro, no solo la mentalidad de ellos, sino también la mentalidad del propio lector, el cual nunca, quizá, se haya planteado lo que se revela en la historia.

También está Myu, una mujer mayor que en el pasado sufrió un drástico cambio, sin precedentes, uno que le arrebato más que pequeñas astillas de tiempo. Esta mujer, cuando conoce a Sumire, hace un clic en ella. Hace ese clic que Sumire, desde siempre, había estado esperando. Esto sin darse cuenta que podía tener repercusiones mucho más hondas de las que habría podido imaginar. A medida que transcurre el relato ellas dos van creando un vínculo personal que, debido a los sucesos ocurridos en el pasado de Myu, llega a un ponto donde queda levitando sobre una serie de pensamientos y lastres que llevan ambas dentro de sí mismas. El papel que juega el amigo de Sumire dentro toda la historia es de espectador y pensador que nos revela los distintos acertijos de las personalidades de ambas e, incluso, las de él. En algún momento también se relata lo que este siente por Sumire, tanto física como espiritualmente. Y cómo estos vínculos, a pesar de que durante todo el tiempo ellos, físicamente, están alejándose más y más, van estrechándose de una forma inimaginable.

El libro es básicamente una gran reflexión, no tiene lugares fantásticos, no es una historia demasiado estructurada ni compleja ni situada en un espacio que la defina. De hecho, los espacios sobran: Japón, Europa, la isla Griega, da igual. Esta historia crece dentro del macromundo de tres humanos, se entrelaza sin freno entre ambos y vale la pena fijarnos y detenernos a pensar ¿hasta qué punto nos ha ocurrido lo mismo sin habernos si quiera percatado? Muy recomendada.

Frases y consejos
Les dejaré aquí algunas de las mejores frases del libro. Mi consejo es que las vean desde un punto de vista que se balancee entre la objetividad y la subjetividad, y desde un punto de vista metafórico.

—¿Quién soy? ¿Qué es lo que espero? ¿Adónde voy?—.
—Cuando la tenía delante, notaba a veces un dolor agudo, como si alguien estuviera arrancándome las entrañas con un cuchillo acerado. Sin embargo, por más dolor que me reportaran, las horas que pasaba con Sumire eran las más preciosas de mi vida. Frente a ellas olvidaba momentáneamente mi eterna soledad…—.

—Si no ando con cuidado esa persona me va a ir dejando atrás—.
—Pedí un Canadian Club con hielo. Como sucedía siempre, me hizo sentir la persona más miserable del mundo—.

—Desde aquel día, jamás he tenido otro gato. Me siguen gustando. Pero entonces decidí que aquel pobre gatito que había subido al árbol y que no había regresado jamás sería mi único gato. Olvidarlo y querer a otro era algo que no podía hacer—.
—Habíamos sido unas magníficas compañeras de viaje, pero, en definitiva, no éramos más que dos solitarios pedazos del metal trazando su propia órbita cada una—.


Curiosidades
El Sputnik fue el primer satélite artificial en ser lanzado al espacio, dentro de él iba la perra llamada Laika.

Sputnik: en ruso significa ‘compañero de viaje’.
El libro consta de 244 páginas.

El libro fue traducido al español por Lourdes Porta y Junichi Matsuura.
Ilustración de la cubierta por Kasushige Nitta.

La edición fue hecha por Tusquest Editores México.


En fin, queridos lectores, deseo se animen a leer el libro.


21 de mayo de 2014

La violación de los derechos humanos




       Los hechos acaecidos en las últimas décadas son un ejemplo febril de cómo la comunidad y los individuos, respetan cada vez menos los derechos humanos. Es notable como ha ido menguando la formación educacional en las escuelas y los hogares de los niños y jóvenes que están en proceso de integración social, por supuesto, hechos como la violencia, la falta de valores, el irrespeto hacia el vecino, etcétera, son comportamientos que siempre han existido, pero a simple vista se puede ver cómo estas conductas han ido convirtiéndose en virus sociales. Es un ejemplo de estos lamentables sucesos la violación de los derechos humanos en Medio Oriente.
       Según organismos que regulan el cumplimiento de los derechos humanos a nivel mundial, desde comienzos del 2011 ha ido empeorando la situación en países árabes como Siria, Afganistán y El Líbano donde principalmente mujeres y niños son los que sufren las consecuencias de estos abusos.
        No se tiene que ir muy lejos para ver las atrocidades que están viviendo estas personas, por ejemplo, en Siria, la cantidad de personas que han tenido que emigrar hacia otros países o campos de refugiados, pasa de los dos millones, uno de los éxodos más grandes registrados en la historia de la humanidad. ¿A qué se debe esto? La guerra en Siria ha tomado, desde el 2011, un rumbo sin control; las personas han optado por vivir en la anarquía, pensando que esta es la mejor solución para restablecer esa confianza perdida. Hay dos puntos de vista que se pueden abordar en la situación que está viviendo este país, primeramente, el despotismo del gobierno de Siria hacia su pueblo ha sido uno de los antecedentes que, con mayor fuerza, ha movido a los sirios a actuar de esta manera, pues, ya exhaustos de los atropellos y no tener voz ni voto en su propia nación “no ven otra salida”; en segunda instancia, podemos ver que, si bien es cierto, en un principio, la guerra civil se produjo porque ya el pueblo estaba cansado de la dictadura de su actual presidente, Bashar Al-Assad, ha ido tergiversándose esta ideología de liberar al pueblo y ahora el propósito de los insurrectos no es el mismo: no quieren librar al pueblo de un dictador y hacerlo libre; quieren liberar al pueblo de un dictador, para someterlo nuevamente, por medio de la fuerza y de la privación de sus derechos.
       Es en este tipo de comportamientos donde se ve la falta de educación, de valores y respeto por la vida, no solo en Siria y todo Medio Oriente, sino en todo el mundo, en cada comunidad y cada familia, aunque no se puede obviar que países como estos tienen una sociedad totalmente desigual, en función de los derecho humanos, que el resto. Las consecuencias a corto plazo de esta falta de consideración y solidaridad por la vida son alarmantes, porque la humanidad está perdiendo la confianza en que ese infierno en el que viven pueda dejarse atrás y contribuyendo a pensar que el que se viva en paz sea poco más que una utopía.