11 de septiembre de 2016

Distancia

Cuando caí en cuenta,
desperté en una pradera rojo carmín, murmurante-
en el cielo, gris, el cielo gris,
la trayectoria de dos líneas paralelas
avanzaba hacia el macrocosmos,
el de nuestras palabras de diez años atrás...
Y, tras de sí, dejaban un silente resplandor.
Lento, lento, lento se apagaban ante mí.
Blancas, camaleónicas, diáfanas;
se veían, se olvidaban entre sí...
Había una especie de mitología maldita,
una cosmogonía particular entre sí:
sivilante, mítica e histórica, inolvidable.
Eran inconmensurables,
eran del tamaño del mundo
y ocupaban mucho cosmos, se ahogaban
con tanto tiempo, palabras, sollozos;
por ejemplo, las veía sufrir su distancia:
expectante, esperaba su encuentro, pero no sucedió.
Un momento para los griegos son noventa segundos,
tic-tac-tic,tic-tac, transcurría el silencio
y nos perdí de vista
y ahora somos veintidós veces más paralelos
y diez años más distantes...
Y la trayectoria, tis-tis-tis, avanza
y ya no se oye más.

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